El espejo de Matsuyama es un cuento tradicional de Japón
Tomado de aquí:
http://www.koumyouji.com/houwa/12.htm
Traducción del japonés: Gabriela Ventureira (muchas gracias :)
Ilustración: Dasbald
Ilustración: Dasbald
Había una vez una remota aldea llamada Matsuyama cuyos pobladores no conocían los espejos. Uno de esos pobladores, Shosuke, vivía añorando a su padre muerto 18 años atrás, e iba todos los días a visitar su tumba.
–¡Qué admirable! –exclamó–. Un hijo tan devoto de su padre merece el mejor de los premios. Tráiganlo al castillo y concédanle lo que desee.
Cuando Shosuke llegó al castillo, uno de los sirvientes le dijo:
–El señor está muy conmovido por tu amor filial y nos ha ordenado que te demos un premio. Pide lo que quieras.
–Se lo agradezco mucho, no quiero nada de lo que ustedes podrían ofrecerme. Tengo un solo deseo pero no hay señor capaz de concedérmelo.
–Vamos, dilo. No hay nada que se sustraiga al poder infinito de nuestro amo. Dinos tu deseo y se hará realidad.
–¿De veras? Bueno, entonces les pido que regresen a la vida a mi padre muerto.
Los sirvientes se miraron sorprendidos. ¿Qué iban a hacer ahora? Después de lo que le habían dicho, no podían echarse atrás. Así que formaron un apretado círculo y empezaron a discutir entre ellos. Pensaron y pensaron hasta que finalmente encontraron una solución.
–Dime, Shosuke –le dijo uno de ellos–, ¿cuántos años tenía tu padre cuando murió?
–45.
–¿Y qué edad tienes tú ahora?
–43.
–¿Te parecías a tu padre?
–Sí, dicen que soy idéntico a él.
–Bien, en ese caso… –dijo el sirviente sonriendo mientras se alejaba hacia el interior del castillo.
Al rato volvió con un baúl de mimbre.
–Acá adentro está tu papá vivo otra vez. Esconde el baúl en un lugar que nadie pueda encontrar y antes de abrirlo cerciórate de que no haya nadie alrededor. Cuando levantes la tapa, te prometo que lo verás.
El baúl contenía un gran espejo. Pero Shosuke no lo sabía ni había visto jamás algo semejante.
El hombre fue corriendo a su casa, subió al segundo piso y guardó el baúl en un armario donde nadie pudiera encontrarlo. Luego abrió la tapa con sigilo y miró el interior. Allí, en el fondo del baúl oscuro, vio la cara de su padre.
–Papá querido, ¡te extrañé tanto! ¿Estás ahí? Te ves joven y muy saludable.
Sin saber que lo que veía era su propia imagen, se puso a hablar con el espejo.
Y a partir de ese momento, cuando no había nadie en la casa, subía al segundo piso y le hablaba al espejo.
Su esposa empezó a sospechar. “Shosuke está muy raro últimamente. Cada vez que llego a casa, baja corriendo las escaleras como si ocultase algo. Voy a ver qué hay allá arriba”, se dijo, y al instante subió las escaleras, abrió el armario y descubrió el baúl. Cuando levantó la tapa, se quedó helada.
Allí adentro había una mujer. “Mientras yo me preocupaba por su extraña conducta, él escondía aquí a esta mujer horrible. ¿Por qué me hace esto a mí que soy una esposa buena y respetable?”
Enfurecida, esperó que llegara su esposo. Ni bien abrió la puerta el inocente Shosuke, le espetó:
–Hay alguien escondido en el baúl del segundo piso.
–Ah, lo descubriste. Es un regalo que me dio el señor del castillo. Allí adentro está mi padre.
–No mientas, Shosuke. Allí hay una mujer.
–¿Qué dices? Es mi papá.
–Es una mujer.
–¡Es mi papá!
–¡Es una mujer!
Un monje budista que pasaba casualmente por allí escuchó los gritos.
–¿Qué ocurre? ¿Por qué pelean? –preguntó entrando a la casa.
Los esposos le explicaron lo que pasaba.
–Bien. Yo mismo iré a ver qué hay adentro del baúl –dijo, y subió los dos pisos por escalera. Abrió la tapa y miró.
–¿Eh? Parece que la mujer por la que estaban peleando se convirtió en un bonzo arrepentido.